lunes, 19 de febrero de 2007

Pochos

Cada época se caracteriza por una industria cultural: una forma de producir, circular y consumir objetos que representan un modo de vida.

A principios del siglo XX la fotografía se ubicó en el centro de esta maquinaria, produciendo en serie rostros que se irían inflacionando hasta no decir nada, hasta ser necesarias las cirugías estéticas.

En esta imagen, sin embargo, algo escapa de las épocas. No se si es la posición de los niños, que adivinamos que habrán soportado segundos al fotógrafo, no se si es que sus miradas se dividen para que adivinemos la presencia de la familia y de la cámara, no se si es el rojo de ese porta retrato que permaneció 100 años en la misma mesa.

Quizás, un homenaje a la temprana muerte de la madre del autor, acá de pie.

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